¿Alguna vez se ha preguntado cómo hacen los 'científicos' para predecir el clima? No, no usan el tarot, aunque probablemente sus predicciones no serían muy diferentes.
Espere un momento. No se indigne conmigo todavía. Voy a contar la historia desde el principio.
En 1992, el IPCC1 publicó su primera serie de 'escenarios' ideados para, a partir de ellos, predecir la evolución del clima. En la jerga científica, un escenario es un futuro posible, que podría o no hacerse realidad. ¿Se propagarán más los bosques que los incendios forestales? ¿Dónde sucederá el próximo tsunami? ¿Cuántos volcanes nuevos arrojarán gases a la atmósfera, y en qué cantidad? Es cierto, nadie lo sabe. Por eso es el futuro.
Pero aquellos primeros escenarios eran más bien rudimentarios, y ocho años después el IPCC publicó una segunda serie de escenarios más elaborados. Los SRES –así los llamaban– reducían el futuro a cuatro posibilidades, según cómo uno esperase que evolucionaran la población mundial, el crecimiento económico y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Modificar el guión
Los SRES permitían predecir –incorrectamente, como la realidad está demostrando– el futuro, pero tenían un fallo: no permitían a los políticos averiguar cómo manipular ese futuro. Entre usted y yo, los políticos son los que pagan todas esas investigaciones. Con nuestro dinero, por cierto.
De modo que, en 2007, el IPCC inició un nuevo proyecto que dio como resultado un nuevo concepto, tan hipotético como los anteriores: las RCP, o 'trayectorias de concentración representativas'. Para cada gas de efecto invernadero, las RCP describen cómo podría aumentar o disminuir su presencia en la atmósfera a medida que evolucionen la actividad económica, las fuentes de energía, la población mundial y otras variables tomadas de publicaciones científicas.
De publicaciones científicas seleccionadas por el propio IPCC. ¿Con qué criterio? No se impaciente, pronto lo veremos. Lo que importa ahora es que los datos obtenidos de todos esos estudios son después elaborados y troceados en 518.400 cuadrículas que cubren la superficie de nuestro planeta. Cada una con sus predicciones de emisiones, concentraciones, temperaturas y usos de la tierra.
¡Todos a escena!
Con ese nuevo concepto, lo que pretende el IPCC –es decir, los políticos que lo financian– es predecir cómo influirán todos esos factores en el clima y en nuestras vidas cotidianas. Y, de paso, cómo adaptarnos a los cambios que veremos en cada uno de esos futuros. Para diferenciar esos escenarios, seleccionaron unas cuantas variables que ellos consideraban representativas. Si usted tuviera que describir el futuro, ¿qué colores emplearía? Algo así es lo que hizo el IPCC, sólo que a esos colores ellos los llamaron 'variables'. Y, a partir de esas variables, construyeron cinco escenarios posibles. A saber:
El escenario SSP1 describe un futuro “sostenible”. En ese futuro hipotético, la educación y la salud mejorarán, la pobreza disminuirá y las desigualdades en la población serán también menores. El SSP5 contempla un futuro parecido, pero en él los ciudadanos no se desplazarán en bicicleta ni serán todos veganos, sino que seguirán usando combustibles fósiles y comerán carne cuando les venga en gana. El precio a pagar, sin embargo –nos advierten– será un empeoramiento del medio ambiente.
Los escenarios SSP3 y SSP4, en cambio, imaginan un futuro más agorero. Desde su punto de vista, claro. En ese futuro, los países democráticos seguirán siendo democráticos (es decir, no cederán su soberanía a ninguna institución internacional). Ese grave error, según el IPCC, traerá consigo todo tipo de desigualdades a nivel mundial. Quién lo hubiera dicho. Por último, a mitad de camino entre el SSP3 y el SSP4 está el escenario SSP2, que predice un futuro intermedio, un poco menos 'desigual'.
Los hilos de las marionetas
No es difícil ver que todo el entramado que hay detrás de esos escenarios es ideológico. A lo largo de la historia, la prosperidad de los pueblos y el deterioro del medio ambiente no han sido iguales en las economías de mercado que en las sociedades planificadas. Con su insistencia constante en el control 'desde arriba', los autores parecen haber tomado partido claramente por una de esas dos alternativas. Algunos lectores recordarán todavía los famosos 'planes quinquenales' de la Unión Soviética.
De hecho, todas las descripciones que hace el IPCC de sus escenarios son abiertamente ideológicas. Están plagadas de términos como: desarrollo inclusivo, nacionalismo, cohesión social, instituciones que potencien el 'capital social', poder político, sociedades participativas, e incluso 'geoingeniería' (es decir, modificación artificial del clima). Curiosamente, en cambio, no parecen interesarse mucho por la actividad de los volcanes, los ciclos solares o las variaciones del campo magnético terrestre, por mencionar sólo unos cuantos extraños 'olvidos'.
De la nada al triángulo
Se preguntará usted ahora cómo han hecho todos esos investigadores para convertir unos conceptos tan vagos en cifras concretas, hasta el punto de atreverse a predecir la temperatura mundial en el año 2100. Es una buena pregunta.
Cuando yo era niño, circulaba de boca en boca una divertida concatenación lógica que todavía recuerdo: “¿Nada? El que nada no se ahoga. El que no se ahoga, flota. Una flota es una escuadra, y una escuadra es un triángulo”.
¿Qué relación cuantificable puede encontrar un ser humano entre el 'desarrollo inclusivo', la 'cohesión social' o las 'sociedades participativas', por una parte, y las emisiones de gases de efecto invernadero, los usos de la tierra o la evolución de las fuentes de energía, por otra? A mí no se me ocurre ninguna medianamente fiable. Claro, que si me pagan lo suficiente, estoy seguro de que encontraré la relación que usted me pida. A la carta.
Sobre todo, no olvide que hay que predecir los efectos de esos escenarios no sólo en la atmósfera, sino también en la ionosfera, el océano, la criosfera y la biosfera, por mencionar sólo unos cuantos. ¿Recuerda lo que le han contado sobre el 'efecto mariposa'? Pues es cierto. Casi todos esos componentes de nuestro planeta son sistemas turbulentos a cualquier escala, y por lo tanto matemáticamente imposibles de predecir.
Trucos de alquimista
En realidad, el IPCC publica dos tipos básicos de documentos: por una parte, soporíferos informes sobre la evolución de sus 'investigaciones' y, por otra, documentos resumidos destinados a los políticos. No dicen lo mismo. Los informes son mucho más cautos, mientras que los textos politizados son claramente alarmistas y sugieren adoptar cuanto antes medidas –sí, lo ha adivinado usted– 'desde arriba'.
Quizá el ejemplo más evidente de lo que representa el IPCC es su propuesta de implantar un precio mundial para las emisiones de carbono. Una medida económica dirigida desde lo más alto, que permitiría a los ricos comprar a los pobres sus derechos de emisión para poder darse el lujo de viajar en coche o en avión. ¿Alguien hablaba de 'desigualdades'?
Referencias
Riahi, K., Van Vuuren et al. (2017). The shared socioeconomic pathways and their energy, land use, and greenhouse gas emissions implications: an overview. Global environmental change, 42, 153-168. The underlying data from these scenarios is accessible from the SSP Database, published and maintained by the International Institute for Applied Systems Analysis (IIASA).
https://ourworldindata.org/explorers/ipcc-scenarios
https://www.netzerowatch.com/content/uploads/2023/06/Eschenbach-Climate-Models.pdf
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Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Fue creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.