El 1 de julio de 2004, después de siete largos años de viaje, la nave Cassini entró en órbita alrededor de Saturno. Antes de estrellarse contra el planeta trece años después, Cassini tuvo tiempo para explorar, mediante radar, una de sus lunas: Titán. Las imágenes que envió revelaron misteriosos lagos oscuros. Pero no de agua. En Titán, la lluvia que va a parar a aquellos lagos es de metano. ¿La conclusión de los científicos? Titán alberga cientos de veces más hidrocarburos que todas las reservas conocidas del planeta Tierra.
No sólo Titán. Se han detectado hidrocarburos en las atmósferas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Por si eso fuera poco, algunos cometas contienen también grandes cantidades de sustancias orgánicas, y en muestras tomadas en la superficie de Marte se han encontrado moléculas de benceno y propano… en rocas que tienen 3.000 millones de años de antigüedad.
Entonces, ¿hay petróleo en el sistema solar? ¿Con temperaturas de -180 ºC y sin plantas ni algas ni dinosaurios? ¿No nos habían dicho que el petróleo era un combustible fósil?
Un poco de historia
Decir 'petróleo' es lo mismo que decir 'aceite de roca'. Es decir, petra oleum. Pero el nombre no se lo pusieron los romanos, sino el alemán Georg Bauer en el siglo XVI. En realidad, Bauer -que está considerado como el padre de la mineralogía- era más conocido como Georgius Agricola, que viene a significar lo mismo, pero en latín.
Para entonces, el petróleo era ya conocido desde hacía centenares de años. En el siglo XI, por ejemplo, el sabio persa Avicena había explicado en su Canon de la Medicina cómo extraer petróleo de las tierras bituminosas. También los griegos conocían ese tipo de tierras, que ellos llamaban asphaltos. Ah, y los romanos la conocían como naphta.
Por cierto, la palabra 'betún' viene del latín bitumen, que es otro nombre que usaban los romanos para referirse al asfalto y al petróleo.
En Egipto se usaba el petróleo líquido como medicina (sic), pero en Asiria lo vertían en la cabeza de los delincuentes, a modo de castigo. Los persas empapaban sus flechas en petróleo para lanzarlas luego en llamas, como sabemos que hicieron en el asedio de Atenas, hace ya 2.500 años. Muchos siglos después, los españoles descubrirían filtraciones de petróleo en tierras americanas. Aunque, por aquel entonces, los indios de la futura Nueva York usaban ya el petróleo, también como medicamento.
Aristóteles, siempre tan imaginativo, afirmaba que el petróleo eran 'exhalaciones' que emanaban de la tierra. Que era como no decir nada. Quizá por eso, Georgius Agricola creyó necesario especificar que se trataba de “vapores sulfurosos condensados”. Ah. Pero tampoco comprobó nada.
Años después, en un tratado titulado Alchymia, el médico alemán Andreas Libavius propuso que el petróleo se formaba a partir de la resina de los árboles más antiguos. Pero aquella idea fue refutada por von Humboldt, que había visto con sus propios ojos manantiales de petróleo en Venezuela. Por fin, en el siglo XIX, el químico francés Gay-Lussac analizó el petróleo y averiguó que contenía, entre otras cosas, benceno, tolueno y xileno. Se acabaron las “exhalaciones”.
¿Petróleo fósil?
O tal vez no. La idea de que el petróleo se formó a partir de detritus orgánicos se le ocurrió por primera vez a von Humboldt. Es lo que se conoce como "teoría biogénica". Según esta teoría, el origen del petróleo fue una ingente masa de plancton, junto con ciertas algas y otros pequeños organismos acuáticos, que vivieron hace unos 540 millones de años.
Toda aquella materia orgánica, depositada en el lecho de océanos, ríos y pantanos, se habría mezclado con el cieno del fondo y se habría convertido en esquistos. A medida que se acumulaban los sedimentos, la presión y el calor resultantes los fueron transformando hasta producir una mezcla de petróleo y gas natural. Hasta hoy.
¿... o no fósil?
En 1951, sin embargo, el ruso Nicolai Kudryavtsev propuso una teoría alternativa: las bolsas de petróleo y gas natural no procederían de organismos vivos, sino de depósitos de carbono situados a gran profundidad bajo la superficie. Según esa teoría, que los geólogos denominan “abiótica”, el petróleo es tan antiguo como la propia Tierra, se filtra lentamente hacia la superficie y, por lo tanto, va reponiendo poco a poco las reservas de ese valioso combustible.
Según algunos defensores de esta teoría, el petróleo se filtraría desde las profundidades a través de las grietas causadas por el impacto de meteoritos. Otros geólogos, en cambio, atribuyen esos procesos a la actividad de los volcanes.
Desde el punto de vista físico, no es imposible. En 2009, un experimento demostró que el gas metano, sometido a las presiones que uno encontraría a 100 km de profundidad, se transforma en hidrocarburos más complejos.
La polémica
La teoría abiótica no es para tomársela a broma. Si el petróleo viniera de las profundidades de la Tierra -y si los psicópatas de la agenda 2030 nos lo permitieran-, el petróleo podría sostener nuestra civilización indefinidamente. O, al menos, hasta que la energía de fusión llegara a ser viable.
Lo que parece evidente, a la vista de los recientes hallazgos en Titán y en el resto del sistema solar, es que las algas no son imprescindibles para la formación del petróleo. Pero ¿está sucediendo eso también en nuestro planeta?
No lo sabemos con certeza, aunque conocemos algunos datos intrigantes. Hacia 1989, la producción de petróleo en el Golfo de México se estaba agotando. Sin embargo, inesperadamente, empezó a recuperarse, y pocos años después había aumentado espontáneamente de 4.000 a 13.000 barriles diarios. Nadie se explica por qué. Además, fotografías tomadas desde satélite revelan extensas manchas de petróleo en esa región en áreas en que no se conoce ningún tipo de actividad petrolera.
Los más escépticos, sin embargo, argumentan que más de un 99% de las reservas conocidas se acumulan en cuencas ricas en sedimentos orgánicos. Pero los optimistas responden que los depósitos de petróleo no están tan dispersos como parece, sino que se encuentran en formaciones geológicas de muy gran escala. Además, se ha encontrado petróleo y metano en rocas que no tienen sedimentos.
Sus adversarios, sin embargo, no tiran la toalla. Es evidente, aseguran, que la biomasa del fondo de los océanos ha producido petróleo. Y en grandes cantidades. No, es justo al contrario, replican los abióticos. El petróleo se forma a mucha mayor profundidad. A medida que asciende hacia la superficie, es infiltrado por bacterias y algas y se va contaminando de materia orgánica.
Pero la química tiene también argumentos en contra de los abióticos. Sabemos que las plantas absorben CO2 de la atmósfera, pero no todos saben que ese CO2 es en realidad una mezcla de dos isótopos diferentes: C-12 (carbono 12) y C-13 (carbono 13). Y resulta que a la plantas les gusta más el C-12. Pues bien, esa preferencia por el C-12 es la misma que encontramos en los yacimientos de petróleo y de gas natural. No hay escapatoria.
Además, hay moléculas que, aunque tienen los mismos componentes, desvían la luz hacia la derecha o hacia la izquierda. Los químicos las llaman 'dextrógiras' y 'levógiras'. Y resulta que los aminoácidos de los organismos vivos son, casi todos, levógiros, mientras que las rocas puramente minerales no desvían la luz hacia ningún lado. ¿Por qué? Porque contienen una mezcla de moléculas dextrógiras y levógiras a partes iguales.
Aun así, los abióticos guardan todavía una carta en la manga: la distribución de los metales en el petróleo crudo no se parece en nada a la del agua del mar. La pelota regresa al alero.
Como no soy geólogo, no puedo tomar partido. Pero parece evidente que, en esta polémica, las dudas están permitidas. Tal vez el petróleo se forma realmente a 100 km de profundidad, pero nuestra tecnología no llega más allá de los 15 km, de modo que, de momento, no parece que saldremos de dudas fácilmente.
Curiosamente, los defensores del origen fósil y sus adversarios tienen un rasgo en común: tanto los unos como los otros aciertan -o se equivocan- con la misma frecuencia a la hora de predecir dónde encontrarán un gran yacimiento de petróleo. Tanto si es fósil... como si no.